‘Yo vengo a ofreceros mi corazón’. Con este canto se subía Martirio en
el escenario de Nocturama, toda una declaración de intenciones para la que ha
sido, sin duda, una de las veladas más calurosas del ciclo sevillano. Y no es
que fuese cálida por las temperaturas propias del verano de la capital
andaluza, sino por la entrega de la artista y la acogida de un público que supo
percibir y agradecer el talento de Maribel Quiñones, un protagonismo compartido
con los acordes de la guitarra de Raúl Rodríguez, hijo de la cantante que, sin
duda, ha heredado un talento que le permite afinar con fuerza y maestría cada
nota.
Enfundada en sus inseparables gafas
de sol y peineta, ‘Madurito interesante’
o ‘Separada sin paga’ fueron el
aperitivo para el recital de homenajes que la interpreté regaló a continuación.
Con ‘Un mundo raro’ evocó a la gran
Chavela Vargas, a la que dedicará su próximo trabajo discográfico, para más
tarde recuperar la nostalgia de ‘María la
portuguesa’ de Carlos Cano, la figura de Marifé de Triana con ‘Torre de arena’ y la célebre declaración
de Miguel de Molina, ‘Te lo juro yo’,
sin olvidar la influencia en su carrera y vida del cancionero latinoamericano,
presente en su admiración por la venezolana Soledad Bravo. Canciones que se
sucedieron entre aplausos que se repetían cautivados por la esencia de la
artista. Y entre tangos, fandangos, copla española y boleros, aparecieron ‘Volver’, ‘La bien pagá’, ‘Compuesta y
sin novio’, ‘Quisiera amarte menos’
y ‘Ojos verdes’, dejando esta última
canción su rostro al desnudo en el escenario sevillano, no sin antes dedicar un
tema del respetable Compay Segundo, ‘Es
mejor vivir así’, al barrio sevillano del Pumarejo.
Profundo y sincero fue la entrada de su despedida con ‘Las simples cosas’, alzando las ‘Sevillanas de los bloques’ para el cierre de una noche iluminada por la voz y el sonido de un tándem perfecto.
Profundo y sincero fue la entrada de su despedida con ‘Las simples cosas’, alzando las ‘Sevillanas de los bloques’ para el cierre de una noche iluminada por la voz y el sonido de un tándem perfecto.
Para muchos pudo resultar extraño
su nombre en el cartel de un festival con corrientes de pop, rock y folk
independientes. Pero lo cierto es que Nocturama es ya mucho más que música y su
celebración se ha consolidado como una cita exclusiva con este arte, tanto para
público como para artistas. Y en ese entorno mágico hay que aplaudir la apuesta
de LaSuite por incluir este año el encuentro con una de las artistas con más temperamento
de nuestro país, galardonada y reconocida nacional e internacionalmente, aportando
así vida, emociones y risas…, en definitiva, complicidad. Ella hace suyas
incluso las canciones que no lo son, confiriéndoles su personalidad, original, arrolladora y atemporal. El artista no es sólo una voz, es una actitud ante la música, la
interpretación de los sentimientos, la visión de la vida…, y su capacidad para
transmitirlo a quienes se acercan para terminar elogiando su naturaleza. Así es
Maribel Quiñones, Martirio, pura fusión cultural, una artista con alma, de corazón.
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