El cine francés ha dejado
excelentes títulos en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, historias como la
protagonizada por Daniel Lavant en
su interpretación de un actor, “irónicamente
llamado Óscar, en una noche de trabajo en la que se convierte en diferentes
personas para llevar a cabo misteriosos encargos. ¿O quizás es simplemente la
expresión de sus múltiples personalidades?”. Admirada y repudiada a partes
iguales, lo cierto es que ‘Holy motors’
no deja indiferente a nadie. Esta pieza surrealista creada por Leos Carax es tan extremista como
intimista. El director francés nos adentra en todo un catálogo de personajes
recreados por su protagonista para hacernos imaginar una vida sin límites. No
sabemos si asistimos a una relación de escenas interpretadas por actores para
caprichosos y extravagantes clientes, o si simplemente son profesionales que
conciben la profesión de una forma apasionadamente inaudita. Tantas deducciones
como máscaras hay en la película. Y entre sus múltiples concepciones, es
innegable el valor de sus efectos especiales, gracias a un maquillaje realmente
brillante, que nos hace contemplar la capacidad interpretativa del actor, capaz
de pasar de un papel a otro en apenas unos minutos. ¿Metáfora del paso del
tiempo? Puede ser. Entre tanto espectáculo, un momento musical espléndido a cargo de Kylie Minogue, magnífica.
Un sin sentido que juega con el
canibalismo, el misterio o el melodrama, entre sus también diversos géneros,
todos envueltos en un mismo filme que, sin duda, es un absoluto homenaje al
mundo de la interpretación.
También
francesa, pero alejada del surrealismo de Carax,
‘Amour’ aborda la historia de “una pareja que, en su otoño, vive
plácidamente en un confortable piso. Anne se dedica a dar clases de piano, pero
al sufrir una serie de ataques deja de ejercer su profesión y, lo que es peor,
una demencia empieza a aflorar. El ver desvanecerse ante sus ojos la identidad
de la persona a la que amó, hace que Georges se divida entre la estupefacción y
la tristeza sin saber cómo asumirlo”. Muy honesta, la última cinta de Michael Haneke muestra el lado más
amargo y agrio de una enfermedad. Pero lo aborda con sencillez y naturalidad,
sin apelar al lamento, pero con instantes que duelen por su cruel e inminente realidad. Al
mismo tiempo, la presencia incondicional de un hombre entregado al amor por una
mujer, desbordado por una situación inesperada pero con la fuerza suficiente
como para dejar a un lado su propia vida apostando por mantener vivos los últimos
trazos de conciencia que, cada vez en menor medida, afloran en la lucidez de la
persona con la que ha compartido su existencia. Junto a esta historia, una complicada
relación entres padres e hijos marcada por la incomprensión y la incomunicación.
Admirables interpretaciones de Jean-Louis
Trintignant y Emmanuelle Riva
que, con una extraordinaria sutileza, logran penetrar en el interior del
espectador.
Y sorprendente
resultó ‘Call Girl’, una trama policíaca
“en la que altos cargos políticos se ven
envueltos en un escándalo de prostitución que seguimos a través de Iris,
adolescente rebelde que termina enredada en el negocio”. Ambientada en la
Suecia de los años 70, el trabajo de Mikale
Marcimain se enmarca en una época marcada por la liberación de la mujer y
la revolución sexual. En este despertar,
dos jóvenes se ven envueltas en una red de proxenetismo para desarrollar un
argumento donde el dinero y la hipocresía del poder generan un alto interés y
una avispada tensión. Con tintes de novela negra, la propuesta sueca traslada a
la gran pantalla una serie de sucesos basados en hechos reales con una
dirección notable y una perfecta ambientación. Espléndido vestuario y colosal
banda sonora para acompañar las acciones de unos personajes empujados por el
ansia de dinero y el placer del sexo. Sin duda, una de las mejores películas
que han pasado por la IX Edición del Festival de Cine Europeo de
Sevilla, que ha dejado en su programación otros muchos títulos atractivos,
curiosos y originales, como ‘Invasor’
(Daniel Calparsoro, España), ‘Mapa’ (León Siminiati, España), ‘A
night too young’ (Olmo Omerzu,
República Checa) o ‘Cherchez Hortense’
(Pascal Bonitzer, Francia). Una
cita, en definitiva, consolidada y plausible gracias a un esfuerzo constante y
una dedicación exhaustiva que se hace imprescindible para público y crítica
por su calidad, buen gusto y trabajada organización.