"La vida de Sarah Dol marcha sobre ruedas. Es becaria en un museo donde
su pasión por lo que hace la lleva a esforzarse al máximo. Pero todo se
desmorona el día en el que, ayudando a montar una exposición, Sarah se desmaya
en las escaleras dañando una valiosa obra de arte. Además de perder su trabajo,
descubre algo sorprendente sobre sí misma: a pesar de tener un vientre plano
como una tabla, está embarazada de cinco meses”. Tierna cinta francesa
dirigida por Emmanuelle Millet que ha ofrecido en la IX edición del
Sevilla Festival de Cine Europeo una historia sencilla que juega con el
desequilibrio y la sorpresa de su protagonista para narrar la frágil madurez de
una adolescente. Ya sea por miedo a lo desconocido o por la inesperada ruptura
con una vida aún adolescente que rechaza el compromiso familiar, ‘La brindille’
invita al espectador a acompañar a esta joven en sus últimos meses de
gestación, conviviendo con un grupo de mujeres que comparten con Sarah una
maternidad en solitario. La identidad del padre no le importa y es precisamente
en estos meses cuando descubre el amor junto a un joven que se entrega a la
locura de la adolescente. Todos la tildan de ‘rara’, y puede que lo sea, como
la película que la presenta, pero es una rareza especial que atrapa gracias al
rostro incrédulo, rebelde y delicioso de Christa Theret. Junto a ella, Anne Le
Ny en un papel secundario que no por ello menos destacable y sobresaliente.
Otro
lazo familiar es el que relata ‘Sister’,
un drama familiar suizo que ahonda en los conflictos generacionales de dos
hermanos. “Simón, de 12 años, vive con su
hermana mayor en un modesto piso en un pueblo desangelado en la falda de las
montañas nevadas. Simón ejerce de cabeza de familia, a su edad, manteniendo a
la bala perdida de su hermana gracias al menudeo de equipamiento deportivo que
obtiene en la cercana y lujosa estación de ski”. Se invierten los roles
sociales y es el menor de la casa quien sostiene la vida de su descuidada y
dejada hermana mayor. Ella, depende sin darse cuenta de la atención del pequeño; él,
sobrevive delinquiendo en la montaña, un terreno en el que se mueve con auténtica
agilidad y sin normas. Sin embargo, toda armonía enloquece en el hogar ante la indolencia
de la joven y es el pequeño quien recurre al chantaje para mantener a
su lado el único vínculo familiar que posee. Ursula Meier tiñe de cómicos
algunos instantes de la tragedia y consigue dirigir un filme tan confuso como
fresco, sin ornamentos y con buenas interpretaciones.
Y
si alguna sensación remueve en el espectador la belga ‘À perdre la raison’, de Joachim Lafosse, es sin duda es la de no
quedarse impasible. “Cuando la alegre
Murielle conoció a Mounir, la euforia de saberse el uno para el otro hizo arder
la llama que les conduciría directos al matrimonio. Nada hacía presagiar el
horror que vendría al cabo de unos años. Las arenas movedizas de una vida
contaminada por el exceso de trabajo e hijos y la omnipresencia de un intruso
van engullendo la razón de Murielle que acabará tomando medidas más que
desesperadas ante una situación a la que no ve salida”. Mezcla de culturas
en una convivencia que conoce su época de esplendor para desembocar en un
auténtico infierno familiar. Con una narración lenta, pero sin llegar al tedio,
la película va sumergiendo al público en el declive físico y psicológico de la
protagonista, magníficamente interpretada por la actriz Émilie Dequenne en su
ejercicio de personificar el agotamiento, la incomprensión e incluso la locura.
La preciosa música de Adriano Giardina acompaña esta estremecedora historia que
muestra su punto más certero y álgido en un final intenso y sobrecogedor que,
afortunadamente, no recurre a elementos extremos para escenificar el terror de una conducta humana sometida a una presión límite.
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