domingo, 16 de diciembre de 2012

SEFF (II): el sentido familiar


"La vida de Sarah Dol marcha sobre ruedas. Es becaria en un museo donde su pasión por lo que hace la lleva a esforzarse al máximo. Pero todo se desmorona el día en el que, ayudando a montar una exposición, Sarah se desmaya en las escaleras dañando una valiosa obra de arte. Además de perder su trabajo, descubre algo sorprendente sobre sí misma: a pesar de tener un vientre plano como una tabla, está embarazada de cinco meses”. Tierna cinta francesa dirigida por Emmanuelle Millet que ha ofrecido en la IX edición del Sevilla Festival de Cine Europeo una historia sencilla que juega con el desequilibrio y la sorpresa de su protagonista para narrar la frágil madurez de una adolescente. Ya sea por miedo a lo desconocido o por la inesperada ruptura con una vida aún adolescente que rechaza el compromiso familiar, ‘La brindille’ invita al espectador a acompañar a esta joven en sus últimos meses de gestación, conviviendo con un grupo de mujeres que comparten con Sarah una maternidad en solitario. La identidad del padre no le importa y es precisamente en estos meses cuando descubre el amor junto a un joven que se entrega a la locura de la adolescente. Todos la tildan de ‘rara’, y puede que lo sea, como la película que la presenta, pero es una rareza especial que atrapa gracias al rostro incrédulo, rebelde y delicioso de Christa Theret. Junto a ella, Anne Le Ny en un papel secundario que no por ello menos destacable y sobresaliente.


                Otro lazo familiar es el que relata ‘Sister’, un drama familiar suizo que ahonda en los conflictos generacionales de dos hermanos. “Simón, de 12 años, vive con su hermana mayor en un modesto piso en un pueblo desangelado en la falda de las montañas nevadas. Simón ejerce de cabeza de familia, a su edad, manteniendo a la bala perdida de su hermana gracias al menudeo de equipamiento deportivo que obtiene en la cercana y lujosa estación de ski”. Se invierten los roles sociales y es el menor de la casa quien sostiene la vida de su descuidada y dejada hermana mayor. Ella, depende sin darse cuenta de la atención del pequeño; él, sobrevive delinquiendo en la montaña, un terreno en el que se mueve con auténtica agilidad y sin normas. Sin embargo, toda armonía enloquece en el hogar ante la indolencia de la joven y es el pequeño quien recurre al chantaje para mantener a su lado el único vínculo familiar que posee. Ursula Meier tiñe de cómicos algunos instantes de la tragedia y consigue dirigir un filme tan confuso como fresco, sin ornamentos y con buenas interpretaciones. 


                Y si alguna sensación remueve en el espectador la belga ‘À perdre la raison’, de Joachim Lafosse, es sin duda es la de no quedarse impasible. “Cuando la alegre Murielle conoció a Mounir, la euforia de saberse el uno para el otro hizo arder la llama que les conduciría directos al matrimonio. Nada hacía presagiar el horror que vendría al cabo de unos años. Las arenas movedizas de una vida contaminada por el exceso de trabajo e hijos y la omnipresencia de un intruso van engullendo la razón de Murielle que acabará tomando medidas más que desesperadas ante una situación a la que no ve salida”. Mezcla de culturas en una convivencia que conoce su época de esplendor para desembocar en un auténtico infierno familiar. Con una narración lenta, pero sin llegar al tedio, la película va sumergiendo al público en el declive físico y psicológico de la protagonista, magníficamente interpretada por la actriz Émilie Dequenne en su ejercicio de personificar el agotamiento, la incomprensión e incluso la locura. La preciosa música de Adriano Giardina acompaña esta estremecedora historia que muestra su punto más certero y álgido en un final intenso y sobrecogedor que, afortunadamente, no recurre a elementos extremos para escenificar el terror de una conducta humana sometida a una presión límite. 


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